Frigopié junio 12, 2007
Posted by Marta in Saco sin fondo.trackback
Desde que se conocen, él siempre le toma el pelo. Disfruta sacándole los colores, sobre todo cuando está nerviosa porque consigue distraerle y que se olvide momentáneamente de las preocupaciones. Durante la carrera, le hacía leer “Sin noticias de Gurb” si estaba agobiada, para que se ríera y no siguiera escarbando en los quehaceres pendientes. Siempre logra provocarle una sonrisa entera, una carcajada honda o cierto rubor en la cara. Es entonces cuando él sabe, cuando ambos saben, que los quebraderos de cabeza se alejan al menos por un rato.
El día de la defensa del proyecto, habían quedado unas horas antes del turno de intervención para repasar la exposición. Era como cualquier otra jornada de preparación pero arreglados conforme a la etiqueta que exigía la circunstancia: ella llegó con pantalón y chaqueta, de rosa, veraniega como esa tarde y él con traje, muy elegante.
– Estás muy graciosa.
Refunfuñó:
– Ésa es una palabra muy peligrosa ¿sabes? ¿Parezco un payaso? ¿Doy risa? Graciosa… ¿Qué es estar graciosa?
– Ocho puntos sobre bonita y sólo dos bajo preciosa.
Su cara adquirió un color rojo intenso. De inmediato.
– ¡Qué tonto eres! Anda, arréglate el nudo de la corbata.
Y él:
– No me había dado cuenta hasta ahora pero ¡vas vestida de frigopié !
Y ya no le llamó de otra manera en toda la tarde.
La exposición salió perfecta y defendieron el caso con una tranquilidad tal que les sorprendió. Debió influir el hecho de haber visto, un par de semanas antes, al presidente del tribunal tomarse una cerveza del trago, al estilo “Saloon” pero en la universidad, que es más chocante, dato que les hizo perder un 25% de respeto a la pequeña pero temible planta de aquel hombre.
Días después, la calificación. Sobresaliente. Ella recibió un mensaje en el móvil: “Somos los mejores”.
Aún lo guarda. Por la satisfacción que produce el reconocimiento de un trabajo bien hecho. Por los ratos tan divertidos que pasaron. Y un poco por los malos también. Porque fueron un gran equipo. Y porque lo siguen siendo a pesar de los kilómetros y de lo separado de sus caminos. Se echan de menos…
Echarse de menos…
Hoy no voy a llamarte genio, Frigopie. No te quejes.
Esperando noticias de Gurb.
¡¡qué majo!! amigos asi se agradecen! ¿verdad?
Me gusta cómo escribes, haces que el lector se vaya metiendo en lo que cuentas… y me gusta lo que cuentas!
muy bueno, ¿estas cosas pasan?
Practicum?
“Ocho puntos sobre bonita y sólo dos bajo preciosa”. Magnífico. Ten enlazo en mi blog
plas, plas, plas… Últimamente creo haberme convertido en un adulador, pero es que no estás acostumbrando mal.
Qué bonito sería que todas las historias acaben así, aunque lo bonito compite con lo melancólico en ese “se echan de menos”.
Gracias J., María, Ángel, Ricardo, Álvaro, Néstor, Miguel.
– Ángel, ¿cosas como cuáles? Las que he contado pasan. Tal cual.
– Ricardo, ¡¡practicum, of course!! Y temible presidente del tribunal también ¡¡jaja!! Como a mí, tampoco te queda nada lejos eso…
– Néstor, te agradezco los aplausos. No creo que adulador pero sí creo que os pasais echándome tantas “flores”… -que yo recojo encantada y riego puntualmente ¡¡jaja!!-.
Yo no te aplaudo a ti, sino a él, ¡qué risa! Menos mal que hay gente que en los momentos de más tensión sabe descargar el ambiente dando en el clavo… ¡Podría haber tenido el efecto contrario un comentario así! Quitar la poca confianza en una… pero, no, qué va. Con una salida chistosa, que dirías, todo arreglado. Por eso, cada vez me convenzo más de que las relaciones interpersonales viven, ¡y mucho!, de la magia…
Bueno, ¿qué decir? Sique echándole de menos, no le pierdas.
Yo quiero ser como ese hombre. Me apunto lo de “ocho puntos sobre bonita y dos por debajo de preciosa” para dedicárselo a una persona especial. ;)
Gran entrada, como siempre. Eres una crack. :D