Hospital julio 11, 2007
Posted by Marta in La vida misma.trackback
Entro y lo primero que veo es un cartel: “el Hospital de Laredo apoya la lactancia materna”. Luego me fijo en que es lo único que cuelga en las paredes del servicio de urgencias. También un folio redactado en “Comic Sans” que implora que las patologías no urgentes se resuelvan con el médico de cabecera en el centro de salud.
Imploro lo mismo.
La abuela repite que “los ochenta me han caído como un mazo”. Se sentía débil últimamente. Ayer se desencadenó un aluvión de sucesos. Desmayo, caída, golpe. Ambulancia y suero. Horas en observación para concluir que sufre una anemia brutal por alguna hemorragia interna que aún hoy no se han podido localizar.
A la pobre también le duele el tobillo -cayó mal- pero tras la radiografía que le hicieron recién llegada al hospital, con la necesidad imperiosa de la transfusión, nadie se acordó de que lo tiene hinchado como una pelota.
No se queja. Aunque le hayan cosido a pinchazos, puesto una sonda naso-gástrica, sometido a mil pruebas. Aunque le hayan transfundido varias bolsas de sangre. Y por supuesto, no ha podido dormir en toda la noche. Y lo que le queda: acaban de recomendar su ingreso inmediato.
Le pregunto una tontería: “cómo te encuentras”. Pero sonríe suavemente, como siempre. Responde que está cansada pero que da gracias a Dios por estar “insensible como un cartón”. Así -cuenta- apenas ha notado el trasiego de los médicos y de las enfermeras.
Para mí queda el trajín de idas y venidas entre Bilbao y Laredo. Pasar horas muertas en salas de espera aguardando resultados y explicaciones. Hacer de “nieta de los recados”, de acompañante nocturna, de “hija taxista”, de portavoz familiar… Lo que haga falta con tal de ayudar un poquito.
Últimamente, he sufrido ciertos incidentes -menores- y me siento floja y falta de fuerzas. Pienso en las veinticuatro horas pasadas y en lo que está por venir. Me da miedo no llegar a todo. Tengo pánico a romperme por el camino.
Quisiera poder evitarle todo esto: a ella, a los demás. Y mientras, le veo sufrir -les veo-. Y también me encuentro con otras historias tristes y dolorosas.
Me importa un comino el apoyo a la lactancia materna.
Animo…
Un abrazo para tu abuela. Un beso para ti.
Animo
A medio camino entre Bilbao y Laredo, después de la ria de Oriñón, hay una carreterilla pequeña que lleva directamente a una playita -Sonabia, creo- donde hacer un descansillo, leer un ratillo, bañarte a solas y gritar al mundo que te importa un bledo la lactancia materna (al menos por ahora).
Prueba y nos dices.
Marta, campeona por apoyar a las abuelas. Lo demás pues ya se verá. Lo importante lo haces.
Néstor, yo playero no soy y lo de la lactancia materna, pues qué quieres que te diga… pero lo de la lectura traquila me lo apunto.
Ánimo Marta. Seguro que no te romperás por el camino. Sé de qué hablas (por experiencias propias que no vienen al caso), y te repito lo que dice nodisparesalpianista: “lo importante lo haces”. Estar con los tuyos en esos momentos te engrandece como ser humano, por triste que sea la experiencia. Un fuerte abrazo.
De los momentos malos salen buenas historias. Y curan un poco. Es parte de la magia de escribir.
Preciosa.
Rezaremos.