jump to navigation

El Nano abril 10, 2007

Posted by Marta in Bilbao.
trackback

Quienes le conocen, ya saben que Nano tiene un “viejo en la barriga” y a quienes no tuvieron tal oportunidad, les puedo contar que desde muy chiquito, habla como los mayores y se expresa con tanta propiedad y concreción que provoca risa. Tiene la enorme suerte de no resultar pedante ni “repelente” y, aunque en ocasiones asoma su inoportunidad innata, guarda junto a ella y entre papel de seda, el don de la simpatía, la franqueza, la alegría y la sana espontaneidad de un niño que va dejando de serlo. 

Esta mañana se negaba a cumplir con un par de obligaciones y Montse le perseguía por toda la casa para que terminara sus tareas. Él escapaba con una sonrisa y haciendo consideraciones profundas sobre la existencia. Tendrían que escucharle: le encanta ponerse filosófico y “romperte” la cintura con una frase lapidaria y “pseudo-seductora” que no viene a cuento pero que te deja la neurona en “stand by”. Montse le riñe por enésima vez y Nano suelta: “La vida es como un libro abierto, nena”. Ella se queda con los ojos bailando cha-cha-cha; tiene que ser rápida en la respuesta pero no se le ocurre nada, de manera que se conforma con decir, “Nada de eso; es un libro cerrado; si lo sabré yo…”. Nano va tensando la cuerda y añade: “Es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar”. Montse advierte: “Estoy perdiendo la paciencia” y Nano responde con sorna: “La paciencia es la madre de la ciencia”. 

Les aseguro que muy pocas veces habla en serio, cosa que puede ser muy divertida o por el contrario, muy desesperante. Como el pipiolo descarado que es, te mira a la cara, levanta una ceja y te tira una “flor”. O bien una crueldad o una impertinencia. Pero el caso es hablar: parece que tiene el monopolio de la palabra allá por donde pasa. Como esté en vena, les advierto que no le cuelan una ni de canto.  Todo esto es bastante peligroso porque, si sucede de puertas para adentro, con un sonoro corte, acabas con la “sublevación” pero cuando la ocurrencia fluye delante de amigos (o no tanto), te das de bruces con un “problemilla” bastante incómodo. ¿Quieren un ejemplo? Un día le dijo a Anny: “Oye, ¿tú qué estudias?” y ella, emocionada por el repentino interés de la criatura, responde: “Medicina” y Nano continúa: “¿Y sabes cuántas neuronas tenemos?” y Anny, con los ojos brillantes por la oportunidad de explicarle a un niño semejante cosa, empieza a contestar: “Pues en el cerebro, hay muchos millones…”. Nano, muy serio, le corta: “Pues a ti no te debe funcionar ni media”.  Entienden lo que quiero decir, ¿verdad? Pero aun así, tiene a todas mis amigas en el bote. Pregúntenles y les dirán que es muy “mono”, muy “gracioso”, muy “natural”… Sí, si por naturalidad… que no quede.  Por otra parte, es bastante vaguete y le cuesta la vida hacer lo que debe. Carece de esa filosofía propia del previsor: “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Es incapaz de asumir semejante premisa y prefiere guiarse por el “deja para mañana lo que puedas y mejor si es para pasado y sino, encájaselo a otro y mejor aún, si no lo haces nunca”. 

Les cuento esto aquí porque si lo dijera delante de él se pondría insoportable. Es una de las cosas que no lleva con clase: los piropos y alabanzas o simplemente, que se hable de él. Se lo toma muy a pecho y es por eso que el ego le golpea con el marco al pasar por una puerta. Entonces, se vuelve recurrente en sus gracias y por ende, un poco pesado: ése es otro “handicap”, que no tiene medida. De estos episodios, sólo nos podemos reír sin que nos vea, después de que haya escuchado el correspondiente “rapapolvos”. 

Ahora que está en un campamento durante toda la semana de Pascua ni se imaginan qué paz se respira en el ambiente: no se oyen sus “ataques de incontinencia verbal” ni su música infernal ni sus gritos contra el sistema -no importa cuál sea-… Pero enseguida le echaré de menos: es lo que me pasa siempre. Porque en el fondo -y no tanto- es encantador, divertido, noble y bueno. Me vuelve un poco loca porque su pavo profundo choca con mi cuarto de siglo recién estrenado pero es un gran tipo. Si le conocieran, les gustaría pasar tiempo con él. Les garantizo que genera un agotamiento profundo aderezado con una adolescencia efervescente pero es todo carisma. Y olvidarán que están conversando con un chico de 13 años: tiene un “viejo en la barriga”. Pero eso ya se lo había dicho.

Comentarios»

1. vazquez008 - abril 13, 2007

Tu Nano (hermano?) debe ser realmente encantador. Me recuerda muchísimo a otro enano (el mío de 10 años), que hay en mi casa. Y sí, claro que se les echa de menos cuando se van de campamento…


Deja un comentario