La diferencia enero 13, 2009
Posted by Marta in La toga como disfraz.
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Me encuentro a menudo con C. y siempre se interesa por mis avances vestida de toga, me echa un cable cuando lo necesito y me tranquiliza mucho contándome chismes y anécdotas. Así les quita un poco de hierro a los asuntos, el suficiente para que yo entre en sala con una aceptable dosis de aplomo, ánimo y optimismo, sin importar a qué lado del juez vaya a sentarme.
Algunos días me toca compartir con él las esperas en la puerta del juzgado. Y entonces no me molesta que la mañana vaya retrasada. Nos lo pasamos bien.
– ¿Cómo sigues?
Hablamos de todo durante un rato y nos reímos de la burocracia, de los nervios y de los agobios. Hace poco, un ejemplo:
– Tú no te apures –me dijo-. ¡A mí me pasa después de diez años! A veces se me seca la garganta y noto que se me corta la respiración. Y después, cuando todo termina y se va la presión, vuelvo a la oficina con las piernas temblonas… Hace unos meses tuve una vista con un veterano de la profesión y me decía «eso te pasa porque de verdad te sigue importando lo que ocurre dentro de la sala». Así que ya ves, tiene su lado positivo
A los pocos días me topé con R., que es compañera de C. pero no se parecen en nada. Peor para ella -suelo pensar- aunque conmigo siempre ha sido amable.
– Hace cuánto que no te veía, ¿qué tal todo?
– Bien… – le conté un poco.
– ¿Y no te llevas malos ratos en los juicios?
– Pues sí, claro. Fatales
– Mira, chica, ni te preocupes. Eso se te pasa volando. En cuanto deje de importarte lo que sucede ahí dentro
No hace falta añadir nada para apreciar la diferencia. A mí me gustan las personas como C. que se sienten verdaderamente responsables de lo que hacen. Muchas veces, el resultado no depende de uno. Al menos, no totalmente. Pero el propio trabajo y la propia actitud son fundamentales para hacer las cosas bien en cualquier profesión y en la vida. Aunque su curso se tuerza en ocasiones, en más de las que nos gustaría. Ya nos encargaremos entonces de enderezar el rumbo.
C y tú tienen un enfoque más humano y aunque se sufra más, seguramente encontrarán mayor satisfacción cuando se consiguen avances. A mí me lo decía mucho mi papá, cuando me daba pánico escénico con alguna presentación en la escuela, que los nervios muchas veces están porque se tiene el interés por hacer las cosas bien.
Ánimo!!!
Ya sólo espero cometer un delito en Bilbao.
Que no se te pase.
Plas, plas, plas… Yo -como J.- me iré a Bilbao a delinquir solo para lograr que me defiendas.
Ciertamente, el buen abogado debe fundirse en uno con su cliente (con nombre y corazón que late) y alegrarse o padecer en los éxitos y en las derrotas -o cuando se tuerce el rumbo-. Así me gustaría llegar a ser.
y yo que estaba esperando a que comentara nestor, que es otro como C y como tu… y me suelta algo asi… jajajajaja
buf, que envidia me das por estar en salas!
Jo. 50% de posibilidades de acierto escogiendo. Y de error.
Da miedo que la justicia de miedo. Abogados (buenos) a mi!!!
Así que es ése el secreto. A partir de ahora, para todos mis delitos, buscaré un abogado más bien nerviosillo. Será buen indicio.
Hola Marta, acabo de descubrir tu blog. Felicidades por este post!
A buen…pocas…
Por si te sirve de algo Marta, a mi me sigue gustando la diferencia.Y llevo más de 20 años dentro de la Sala,sin toga,sin toga, pero en Sala.
Por favor..La tarjeta de C o la tuya..por si las flowers
La sala es una de las mejores pruebas para un abogado. Nunca te acostumbras (quien lo diga miente): siempre me tiembla el pulso. Y al salir siempre dudo, silencioso, si he hecho todo lo que he podido. Y siempre [siempre, siempre] recuerdo las cosas que me he dejado en el tintero.
Así es esto. No te acostumbres, Marta.
Consuela saber que todos los abogados no son iguales. Ahora faltaría que con los jueces pasara lo mismo.
Lo que cuentas es lo que marca la diferencia entre un profesional y un … bueno me alegro de que tu sigas preocupandote ¡enhorabuana por ello!
Yo queria decir ¡enhorabuena!, que habilidad, que habilidad ja ja