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El estudio marzo 10, 2008

Posted by Marta in Saco sin fondo.
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Le había dicho «tengo que enseñarte el estudio donde trabajo» y esa mañana, le llamó pronto para que subiera a verlo. Cuando llegó, ya tenía café hecho.

Se cruzó en la entrada con dos compañeros que salían a desayunar algo, un par de manzanas calle abajo. Se rieron: «el café de aquí es peor que la lejía; qué poca consideración tiene éste contigo».

Le mostró el piso, las vistas a una plaza pequeña y a un mar de azoteas; las vigas del techo abuhardillado que eran antiguas pero estaban bien conservadas. Le resultaban familiares, de algún dibujo que llevaba en la carpeta antes de acabar el curso en la facultad, cuando empezó las prácticas.  

– Y si me esperas a que termine un par de cosas, nos damos una vuelta por el barrio ¿qué te parece?

Le pareció bien, claro.

Y mientrás él volvía a su mesa, ella se sirvió más café -malo pero caliente- y se retrepó en una silla cercana, haciéndola rodar sobre el parqué. Se templaba las manos con la taza y le miraba trabajar en silencio, sin perderse ni un solo movimiento. Lo que no sabía era que, en realidad, él no estaba trabajando. Simplemente, se dejaba mirar.

Y regresaron sus compañeros. «Qué rápido han desayunado esta vez», pensó -. Pero habían tardado lo mismo que siempre.

Se levantó de golpe, cogió la chaqueta e hizo girar un par de vueltas a la silla donde estaba sentada.

– Vayamos a tomarles el relevo a este par de vagos

Y al cerrar la puerta a sus espaldas, decidió que no volvería al estudio hasta el día siguiente.